Por si hacían falta razones económicas para considerar al canon de las sociedades de autores y editores, no sé si todas se han sumado a ello, como algo propio de «robaperas» vulgares, además encuentro un estupendo post de Ignacio Escolar en el que desmenuza un artículo de Arcadi Espada, cuyos «méritos» desconozco, a propósito de los derechos de autor y cómo este «intelectual» defiende lo indefendible.
Os pido que lo leáis para que no nos engañen con esos simplismos que proliferan tanto hoy día y cómo la rigurosidad intelectual no está precisamente del lado de quienes lo reivindican.
Me gustaría incidir también en el aspecto socioeconómico del canon que está sobre la mesa del gobierno. En primer lugar, las sociedades y asociaciones que lo promueven están actuando como «lobby«, es decir, como grupo de presión al igual que lo hacen las centrales nucleares, las petroleras o el sector textil. Nada nuevo bajo el sol.
Por otro lado, quienes deben tomar la decisión también deben considerar que este canon se configura como un impuesto indirecto que grava las rentas de manera independiente al nivel adquisitivo lo cual supone una injusticia social y tributaria.
¿Sólo los ricos pueden vivir tranquilos y adquirir lo que quieran?.