La noticia empieza a ser conocida y las consecuencias también, el DRM tiene los días contados y quienes no se adapten a ello sufrirán las consecuencias. Pero no se trata de relacionar lo que dice tal o cual CEO o empresa, ni empezar a listar las casas discográficas que poco a poco se vuelven directamente más razonables y eliminan los sistemas anticopia.
Lo que debe interesar es la enseñanza que se desprende de todo ello. Parece mentira que las compañías internacionales acaben topándose con las realidades económicas teniendo en nómina a personas que sin duda conocen perfectamente los comportamientos socioeconómicos. El mercado pone a cada uno en su sitio, cuando se ofrece un producto con restricciones los consumidores buscan alternativas más libres y que se acomoden mucho más a sus gustos y necesidades. Ni más ni menos.
La pregunta no es cómo hacemos que nuestro producto sea no manipulable y de este modo conservar nuestro modelo de negocio, porque supone una visión torpe de la realidad, sino más bien qué es lo que desean nuestros consumidores y clientes: libertad de elección y uso en el tiempo y en el espacio, variedad de soportes y formatos, portabilidad así como posesión plena ya sea algo inmaterial (música o películas) o material. Y si las alternativas normalizadas no lo ofrecen entonces se buscan otras opciones colindantes.
En este sentido nada nuevo se ha descubierto, ya estaba ahí desde que los individuos acuden a los mercados para saciar sus deseos. Que no se quejen luego si simplemente no vieron lo que estaba ante sus narices.
Vía:Enrique Dans.
Enlaces:Cinco Días; Error500.