En la cumbre convocada por Sarkovsky, los mienbros del G-8 (los países más industrializados de la Comunidad más Rusia) acordaron «apoyar» a las instituciones bancarias con problemas, tal como sus pares en los Estados Unidos, pero con dos condiciones: cada país realizará el salvataje con recursos propios y se castigará a los directivos de los bancos que «fallaron«.
El frente común ante la crisis estuvo integrado por Alemania (Angela Merkel), Inglaterra (Gordon Brown), Italia (Silvio Berlusconi), la Comisión Europea (José Manuel Durao Barroso), el Eurogrupo (Jean-Claude Juncker), el Banco Central Europeo (Jean-Claude Trichet) y el FMI (Dominique Strauss-Kahn).
Las particularidades del rescate financiero anunciado por Sarkovsky (en especial el castigo a los directivos bancarios) son un curarse en salud ante la ola de críticas que desató el rescate de Fortis en Francia. Tuvo un costo de diez mil millones de dólares, 10 millones de los cuales correspondían a la indemnización de su presidente general, suma a la que tuvo que renunciar debido a las presiones públicas.
Los acuerdos revelan, ante todo, que se esperan tiempos tormentosos, y la división en materia económica dentro de la comunidad: Sarcoksky vio frenado por Alemania su plan de un fondo de rescate común y fue imposible articular una respuesta federal consensuada.