El precio del dinero que los bancos prestan a 12 meses se ha situado por encima del 4%, la cota más alta desde mayo de 2002, lo que supone un encarecimiento de las hipotecas (en torno a 71 euros para una deuda de 120.000 más o menos). En un año el incremento ha sido de 1,11 puntos, lo que supone un crecimiento acelerado respecto a ejercicios anteriores.
Bien es cierto que estos porcentajes siguen siendo moderados respecto a épocas preteritas con intereses de dos cifras pero la diferencia estriba en que el precio de partida es mucho mayor por lo que las autoridades, y me refiereo directamente al ministro de Economía Pedro Solbes, no deberían estar tranquilos y limitarse a lanzar mensajes de sosiego y despreocupación porque muchas familias notan estas subidas de manera importante.
Ante este panorama es previsible que el mercado inmobiliario se ralentice, cosa que ya ocurre en Estados Unidos por ejemplo donde ya hay zonas con rebajas en los precios. Así lo vislumbran las Cajas de Ahorros que ya están preparándose para un cambio de escenario tras las masivas salidas de los Bancos del sector de la construcción.
Dos inquietudes planean sobre la economía general: el parón del sector inmobiliario (en todas sus vertientes) que provoque desempleo y que deje de ser la locomotora del crecimiento, y la baja productividad que está disparando el déficit exterior (el mayor del mundo en relación al P.I.B.) amén de reducir la renta per cápita y que sin la ayuda del ladrillo puede sufrir aún más.
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