Llega la campaña electoral, en este caso para elecciones municipales y autonómicas, y uno de los temas estrella volverán a ser los impuestos y las diferentes propuestas de los partidos políticos en torno al nivel de los mismos y sus posibles usos.
Cada votante debe valorar qué programa le convence más pero a menudo es preciso conocer cómo denominan los políticos a sus proyectos porque bajo esa primera forma de decir las cosas se esconde lo que realmente quieren expresar.
Cuando se dice «contención del gasto público» en realidad se quiere decir «menos inversiones públicas» lo que podría significar una disminución o pérdida de calidad en cuanto a bienes y prestaciones sociales (sanidad, educación, infraestructuras). Yo desconfío de mensajes de ese tipo puesto que si queremos un país que cubra de manera suficiente y creciente, por qué no, las necesidades de la población de manera independiente a sus recursos, necesitamos un nivel adecuado de gasto público. Y la única manera de afrontarlo es a través de los impuestos.
Tampoco me gusta cuando se dice «aumentaremos los gastos sociales» sin especificar cuáles y cómo porque se abre la vía a rentas asistenciales insatisfactorias social y económicamente. La obligación de los poderes públicos es la de arbitrar la manera en que la igualdad de oportunidades se extiende por la sociedad y se compensan las desigualdades eficazmente y a largo plazo.
En definitiva, que una cosa es predicar y otra dar trigo, es mejor juzgar a los políticos por sus hechos que por sus palabras.
