La realidad es que bajo el lema de ser tu propio jefe, a veces, se vende una visión muy ideal y utópica los autónomos. La realidad es que los emprendedores apuestan mucho por un proyecto, por ello, en caso de que el resultado final del negocio sea positivo, la satisfacción personal también es inmensa. Sin embargo, en el caso de que la balanza sea negativa, la frustración a nivel vital también puede ser enorme.
El autónomo es aquel que no tiene jornada laboral, es decir, que trabaja sin límite de tiempo y que a veces, incluso, tiene grandes dificultades para desconectar de los asuntos de la oficina durante el tiempo de ocio. A nivel económico, el autónomo a veces, también tiene que renunciar a cobrar su propio sueldo. Así suele suceder, por ejemplo, en los inicios del negocio cuando el nivel de ventas no es tan elevado.
Por ello, es importante que un emprendedor sea una persona capaz de vivir con la incertidumbre que produce no tener unos ingresos regulares a final de mes. Por ello, es positivo ahorrar en los tiempos de bonanza para las situaciones de mayor dificultad.
A veces, los autónomos trabajan incluso en fin de semana cuando todo el mundo descansa. Este es el caso, por ejemplo, de muchos hosteleros que se esfuerzan por ofrecer lo mejor a los clientes. Los autónomos a veces, también tienen que contratar a un gestor para que les lleve la contabilidad. Y en el peor de los casos, también tienen que hacer frente a las deudas de algunos clientes morosos.
A lo largo de la crisis económica, muchos negocios han cerrado sus puertas. Una muestra de la dificultad que tiene un autónomo para llegar a final de mes.
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