La montaña rusa de los mercados en 2025: del abismo al optimismo en cuestión de semanas

El primer semestre del año deja una de las sacudidas más intensas en décadas: desplomes bursátiles de vértigo, una recuperación récord y un nuevo mapa de riesgos geopolíticos, monetarios y tecnológicos que marcarán el pulso de los próximos meses.

Lo que en enero parecía un año de continuidad y moderación económica, ha terminado siendo una auténtica montaña rusa financiera. Entre marzo y junio, los mercados globales vivieron una de las combinaciones más extremas de caída y rebote en la historia reciente. En apenas 12 semanas, los principales índices pasaron de un desplome superior al 20 % a registrar máximos anuales, arrastrados por una cascada de decisiones políticas, sobresaltos geopolíticos y movimientos inesperados en los tipos de cambio.

Todo ello en un entorno donde la inteligencia artificial, el dólar y la geoestrategia se entrelazan como pocas veces antes.

Trump sacude el tablero con su «Liberation Day»

El catalizador de esta tormenta perfecta fue Donald Trump. El pasado 2 de abril, el expresidente estadounidense —y hoy candidato con más fuerza que nunca para las elecciones de noviembre— anunció el «Liberation Day», acompañado de un nuevo plan arancelario de alcance global. La reacción de los mercados fue fulminante: en solo cinco días, los índices de Wall Street cayeron más de un 20 %, y Asia sufrió su mayor varapalo desde la crisis asiática de 1997. El Hang Seng llegó a perder un 18 % en dos sesiones.

Pero lo que diferencia esta caída de otras crisis, como la de 2008 o la del COVID, es que el mercado no necesitaba una reestructuración profunda ni una vacuna, sino una simple rectificación política. Y eso ocurrió. Trump matizó su postura, los asesores económicos tomaron el control del relato, y los bancos centrales —con la Fed a la cabeza— actuaron como red de seguridad.

El resultado: una recuperación fulgurante que pilló a muchos inversores fuera de juego.

«Quien solo mire los gráficos de principio a fin del semestre pensará que ha sido un periodo sin sorpresas. Nada más lejos de la realidad. Ha sido un terremoto emocional y financiero», comentaba recientemente un gestor de patrimonios en Frankfurt.

Europa: de la prudencia al rearme

El otro gran giro estratégico vino de Europa. La victoria del bloque conservador en las elecciones alemanas trajo consigo un anuncio inesperado: un ambicioso plan de gasto en defensa y una ruptura con la ortodoxia presupuestaria germana. El impacto en los mercados fue inmediato: los sectores industrial y armamentístico europeos lideraron la recuperación bursátil, y el euro empezó a fortalecerse frente al dólar.

En paralelo, el ataque de Israel a Irán en mayo elevó la tensión internacional a niveles de guerra abierta. Sin embargo, el impacto en los mercados fue limitado. ¿La razón? Un mercado ya vacunado frente al ruido geopolítico, pero también un consenso tácito: mientras la Reserva Federal mantenga el timón monetario firme y Europa active su músculo fiscal, los fundamentales siguen apoyando el ciclo alcista.

El dólar cae, y con él las rentabilidades internacionales

La otra gran historia del semestre ha sido el dólar. La moneda estadounidense se ha depreciado un 13 % frente al euro desde enero, afectando directamente a los retornos reales de las carteras globales.

  • El S&P 500, que sube un 5,5 % en dólares, cae un 7 % en euros tras el ajuste por divisa.
  • El Nikkei japonés, con una modesta subida del 1 % en yenes, pierde un 5 % en términos europeos.
  • El Hang Seng gana un impresionante 20 % en HKD, pero apenas un 5 % al pasarlo a euros.

Por el contrario, Europa ha brillado: el Eurostoxx avanza un 8 %, el Stoxx600 un 6,6 %, y el Ibex35, impulsado por bancos y turismo, sube un rotundo 20 %.

Materias primas: oro en ascenso, petróleo a la baja

El crudo también ha tenido un semestre volátil. Tras alcanzar los 80 dólares por barril durante los picos de tensión en Oriente Medio, el Brent cerró junio en 65 dólares, acumulando un retroceso del 9 %.

El oro, en cambio, ha actuado como refugio por excelencia. Con una revalorización del 25 %, ha vuelto a posicionarse como escudo frente a la incertidumbre monetaria, geopolítica y tecnológica.

El inversor frente a la incertidumbre: de la reacción al razonamiento

En este contexto de alta volatilidad, los expertos coinciden: mantener la cabeza fría es más importante que nunca.

“Hemos visto los mínimos del año. Las correcciones del 5 % o 10 % deben verse como oportunidades, no como amenazas. Lo importante es tener una estrategia clara y saber por qué estamos invertidos”, apuntaba recientemente un analista del sector bancario europeo.

La clave ahora está en cómo se comporten los bancos centrales, si se materializa una bajada de tipos hacia otoño, y si las elecciones en EE. UU. no introducen un nuevo shock político global. El comportamiento de la inteligencia artificial, la consolidación de los beneficios empresariales y la evolución de China también estarán en el radar.

Mientras tanto, el verano se presenta como una tregua relativa. Pero la experiencia de este semestre ha dejado una lección clara: los titulares cambian en segundos, pero las carteras bien construidas —diversificadas, flexibles y con visión de largo plazo— son las que realmente resisten los embates del mercado.

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