Llega el efecto estampida

1115815528957w.jpgUno de los principales efectos de la emergencia del ladrillo como motor de la economía española fue la necesidad ingente de mano de obra calificada (y barata) para la construcción. ¿El resultado? Contingentes de inmigrantes acudieron a subir por los andamios de las flamantes fachadas españolas y el PP tuvo un nuevo fantasma que invocar: el Efecto Llamada, esa terrible marabunta humana que colapsaría las fronteras ibéricas si se producía un ablandamiento de las leyes migratorias. Ya pueden estar tranquilos: ahora, todos esos trabajadores que hicieron el trabajo que muchos españoles no estaban dispuestos a hacer al precio que se pagaba, hacen las maletas…

La desaceleración golpea en donde menos se pensaba: las comunidades de extranjeros que ahora componen un 40% del número de parados en España y un 10% de los morosos hipotecarios. El sueño comunitario ha tocado su fin para 40.000 ecuatorianos desde el 2003, un 5% de los 800.000 que residen legalmente en España. Y antes de que Libertad Digital se levante y aplauda al grito de «¡ESPAÑA! ¡ESPAÑA!», hay que recalcar que los 407.000 extranjeros sin empleo que están pensando en volver a sus países, son trabajadores legales, y que son un reflejo, como todo ciudadano, de lo que le ocurre al país en su conjunto.

Tal y como narra un reportaje aparecido en El Mundo:

«Lucho es dominicano, vive en un pueblo de Madrid y compró una casa de 320.000 euros hace tres años. Las letras se han disparado hasta los 1.800 euros al mes, sin un salario fijo. La semana pasada acudió al banco pensando que podría entregar las llaves y emprender la vuelta a casa. No contaba con que su propiedad se había depreciado. Un señor de corbata le explicó que no sólo se quedaba con su casa y todo lo pagado, sino que además debía apoquinar 50.000 euros si quería echar una firmita y no volver a verle.»

Eso ocurre hoy en día, a españoles y extranjeros por igual Ellos se pueden ir. Nosotros, no.

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