En cualquier relación empleador-empleado, una de las principales cuestiones a tener en cuenta es la remuneración que se ofrece a quien presta un servicio, es decir, su salario. Aunque muchos de nosotros solemos pensar y hablar sobre el salario buena parte de día, poco sabemos sobre los distintos métodos que se utilizan para definirlo, o mejor aún, los diferentes tipos de salarios que existen.
Por eso debemos realizar en primera instancia una división de acuerdo a la forma en la que el salario se calcula, destacando que existen tres variantes. La primera de ellas es el salario por unidad de tiempo, o sea, que se nos paga por las horas que trabajamos. La segunda es por unidad de obra, es decir, por objetivos determinados. La tercera es de tipo mixto, y se consideran ambas cuestiones.
También es común que el salario se divida, sobre todo en estos tiempos y considerando la capacidad adquisitiva, en dos opciones. La primera de ellas es el salario nominal, que básicamente se constituye por la cantidad de dinero establecido en contrato individual. Sin embargo, es más común pensar en el salario real, es decir, lo que ese dinero nos permite adquirir a partir del mismo.
El medio de pago es otro elemento que resulta decisivo a la hora de hacer una distinción en el salario, y debemos decir que básicamente existen dos alternativas. La primera de ellas es el salario en metálico que todos conocemos, y que consiste en que nos paguen con la moneda de curso legal local. La otra variante es el salario en especie, es decir, cuando nos pagan con vienes que no sean el dinero, como casa, comida, vehículo, etc.
Finalmente, una última clasificación tiene que ver con lo fijo del salario. Es decir, un salario fijo, justamente, es el que se mantiene mes a mes de acuerdo a unos acuerdos preestablecidos. Un salario variable, es el que todos los meses se va modificando de acuerdo a los objetivos alcanzados, etc.