Esta Semana Santa ha comenzado ciertamente algo triste y desoladora, por un lado el inesperado fallecimiento del genial escritor, dibujante y tantas cosas más, sobre todo una gran persona en el amplio sentido de la palabra. Para los voraces lectores de prensa escrita, recuerdo que siempre que caía un ejemplar de ABC en mis manos pasaba raudo las primeras páginas hasta recrearme con la viñeta de Mingote, todo un ejemplo de periodismo encerrado en ese limitado espacio comprendido por un recuadro. Tras una reflexión profunda sobre lo que nos transmitía cada día, volvía a ver quien colaboraba en la Tercera de ABC. Desde este blog le traslado mi más sentido pésame a la familia. A veces leyendo el chiste de Mingote ya no era necesario leer más, con el contenido que allí aparecía, tenías suficiente para entender algunos de los problemas económicos o de índole social que estaban sucediendo en este país. No hacía falta leer más artículos ni crónica política alguna.
Y eso es lo que nos ha pasado con lo que leemos estos días de recogimiento y devoción por las procesiones, sobre todo por la Señora de Sevilla. Nos encontramos con un preocupante e inquietante retroceso en la valoración de la prima de riesgo por los mercados y las agencias de rating, son tremendos los análisis que envían al mercado de la deuda soberana, rugen los inversores en bolsa, los índices se rebotan a la baja y de nuevo cunde el pesimismo. Estamos otra vez como en noviembre de 2011, en el filo de los 400 puntos básicos, observamos que no estamos solos, pero ya sabéis, “consuelo de muchos, consuelo de….”, más si los demás son Portugal, Grecia o Italia.
Visto lo visto, recurro a Forges y leyendo su artículo en El País del pasado 4 de abril, decido adoptar la risa como estilo de vida, me apropio o le usurpo esa actitud ante la vida, tan saludable. Es igualmente interesante aportar otra visión sobre los objetivos del gobierno, de este y de todos los que han pasado ya por nuestros bolsillos, y admitiendo la filosofía de Jeremy Bentham (1748-1832), gran filosofo y economista británico, padre del Utilitarismo, amigo íntimo de otro ilustre economista, John Stuart Mill. Decía Bentham que “el objeto del gobierno es la felicidad de la nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen”, después de esta máxima, lo más inmediato es recomendar a Rajoy y su gabinete económico, la lectura de la obra filosófica y política de este singular Jeremías Bentham.