Presupuesto y decisiones cuando hay dinero

imagescav397kn.jpgDebates sin demagogia, reflexiones sin vestimentas artificiosas, profundidad en las ideas. Quizá esto sea lo que nos hace falta en ciertos momentos para valorar convenientemente las decisiones que se adoptan allí donde reside la soberanía popular y sus órganos de ejecución. Hago este aburrido preámbulo para situar el asunto en el territorio adecuado. Desde este momento hasta fin de año es muy posible que se multipliquen las noticias en torno al presupuesto general del Reino de España con los continuas propuestas, exigencias y descalificaciones que rodean a este oligado y desesperante trámite.

Mucho se ha hablado respecto a las últimas propuestas que se han lanzado desde el Gobierno, a saber: subvenciones para el alquiler, plan dental y la ayuda de 2.500 euros por hijo nacido. El coste total de estas medidas se eleva a unos 2.400 millones de euros, la cual no está nada mal. Otras medidas, como la rebaja fiscal en el IRPF y el Impuesto de Sociedades así como la provisión al fondo de la Seguridad Social para las pensiones, tendrán un impacto de otros 8.300 millones de euros. En total y si contamos todas estas partidas como «sociales» podemos decir que el inconcluso Estado de Bienestar español gana 10.700 millones. La verdad es que es mucho dinero y más teniendo en cuenta que son activos comprometidos como inversión para ejercicios futuros. Pero como bien señalan en Escolar.net también se van a gastar casi 11.000 millones en aviones de combate y nadie ha levantado las manos para protestar.

Comparando estos números me reafirmo en mi creencia de que las pensiones, por ejemplo, no corren peligro mientras el Estado y las Administraciones tengan dinero y que se tiende a confundir entre fuentes de financiación y obligación de pago. Al mismo tiempo deberíamos alegrarnos de que se sigan añadiendo prestaciones públicas al catálogo ya existente, como ocurre en muchos otros países, y no que se nos intenten vender recortes cuando aún no hemos llegado a un punto óptimo de bienestar. Y éste, claro está, tiene un coste sufragable mediante impuestos.

Y, por último, es deseable pedirles a los líderes políticos y de opinión que centren y sitúen los debates en lo que más nos interesa y de manera comparativa. Si hubiera que votar entre diferentes opciones de gasto creo que se preferirían los asuntos más sociales que aquellos destinados a la defensa u otras cuestiones. Aunque todo está relacionado.

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