Me arriesgaré a que me sigan poniendo etiquetas pese a que intento traslucir un pensamiento económico y científico, pero nadie puede ser aséptico porque al serlo deja uno de ser objetivo para convertirse en un tecnócrata.
Se multiplican las noticias sobre transgénicos y mucho me temo que se van a venir encima muchas más porque es el sector que pretende tomar el relevo de otros ahora que la crisis deja tantos huecos vacíos y cadáveres en la cuneta. Seguramente empezarán a defender la agricultura transgénica como necesaria e imprescindible, segura y como remedio contra el cambio climático. Y, sin embargo, pienso de otra manera.
Hoy día y pese a todo se producen suficientes alimentos como para alimentar al mundo entero y podría producirse aún mucho más de manera tradicional sino se siguiesen las erróneas políticas de abandono de tierras para mantener los precios. Desde ese punto de vista creo innecesaria la presencia de transgénicos.
Tampoco estoy muy seguro de su inocuidad dado que por lógica los cambios que sufra la planta o el animal bien puede transmitirse al ser humano o a otras plantas o seres vivos. Ya ocurre con las hormonas para el engorde y no veo por qué no puede suceder con los genes.
Respecto a que van a ayudar a luchar contra el cambio climático gracias a que serán mejores, crecerán antes y absorverán más CO2 tampoco cuela. Si no se deforestasen las hectáreas diarias que ahora mismo ocurre no haría falta plantar nada en su lugar. Se consigue más sin desperdiciar recursos que investigando por otros nuevos.
Razones para un debate hay, desde luego.