Un día, Randy Phillips, director de AEG Live, tuvo la gran idea de convencer a Michael Jackson de que volviese a los escenarios.
El negocio parecía redondo, el «Rey del Pop» acuciado por las deudas no se podría negar y las ganancias por los 50 conciertos serían fabulosas.
Incluso antes de que se pusieran a la venta, unas 360.00 personas ya habían solicitado entradas a los organizadores. Más de un millón de personas intentaron conseguir entradas en los primeros días de venta para lo que al principio iban a ser 10 conciertos.
Pero la codicia pudo más, los acreedores de Michael hicieron fila ante la oportunidad de recuperar rápidamente su dinero. De esta forma, los 10 conciertos iniciales se transformaron en 50. El propio cantante llegó a confesar: «No sé cómo voy a hacer cincuenta espectáculos. Estoy muy enfadado», dijo en una ocasión.
AEG Live garantizó los espectáculos y calculó en 348 millones de euros la responsabilidad civil.
El máximo responsable de AEG Live comunicó a las aseguradoras que los médicos habían examinado durante cinco horas a Jackson y estaban convencidos de su buen estado de salud, sobre todo dada su condición de vegetariano.
Pero claro, el enorme stress al que estaba sometido el artista, hizo que su corazón no aguantará la presión. La muerte de Jackson convirtió un negocio redondo en una pesadilla
AEG Live, subsidiaria del Anschutz Entertainment Group, se verá ahora obligada a devolver su dinero al millón de personas que compraron entradas, así como hacer frente a algunas demandas.
No me gustaría ser Randy Phillips en estos momentos.