Lo cierto es que la realidad social resulta un tanto desalentadora como bien muestran los casos de estrés y ansiedad no sólo en personas que están en desempleo sino también en trabajadores que sienten una gran incertidumbre dentro de un mercado inestable y difícil. Pero el tema no queda ahí sino que también existen contradicciones dolorosas. Por un lado, se postula la jubilación a los 67 años en una sociedad avanzada y desarrollada. Por el contrario parece que no hay soluciones para el desempleo juvenil y muchos jóvenes universitarios no pueden acceder a su primer empleo a pesar de que asistimos a generaciones que tienen un alto currículum y nivel de formación.
La jubilación a los 67 años se convierte en una preocupación para todos aquellos que quieren disfrutar de calidad de vida en la etapa final de la vida. De hecho, muchos trabajadores esperan con anhelo la jubilación para poder cumplir sus sueños y hacer aquellas actividades que no pudieron hacer en el pasado.
Por otra parte, el desempleo juvenil frustra las ilusiones de todos aquellos que temen el futuro puesto que el trabajo es necesario para poder vivir dignamente y formar un hogar. Lo cierto es que muchas personas esperan una solución ante un problema social difícil puesto que el número de desempleados sigue en aumento. En ciertos momentos, parece que la solución de la crisis sólo puede provenir de un milagro ante la incapacidad humana de poder poner una solución eficaz a este teme: muchos mayores están deseando dejar de trabajar y jubilarse mientras que otros jóvenes aspiran a obtener una oportunidad.
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