El perfeccionismo: ¿Virtud o defecto? Vivimos en una sociedad en la que se valora al extremo la formación y además, se requiere ser competente en diferentes ámbitos. En muchos casos, los requisitos de una oferta de empleo resultan incluso, inhumanos.
Y es que, parece casi imposible que una persona tenga el tiempo necesario para haber estudiado una carrera, dos máster, dominar tres idiomas, estar dispuesto a viajar por motivos de trabajo… Lo cierto es que a veces, los requisitos no son coherentes ni lógicos porque no siempre se premia tanto esfuerzo desde el punto de vista del sueldo.
Este ambiente competitivo al extremo lleva a muchas personas a ser perfeccionistas. Sin embargo, esta palabra que es relativamente frecuente dentro del diccionario emocional, no tiene nada de positiva. Es decir, en esencia, es perfeccionista una persona que limita su rendimiento laboral porque su propio ideal de que las cosas pueden estar mejor, y hacerse de otra forma, le paralizan.
¿Es entonces el perfeccionismo una virtud o un defecto? ¿Por qué a veces, se tiene en cuenta como positivo este ingrediente en un trabajador? De hecho, cuando en una entrevista de trabajo, el entrevistador pregunta al candidato, cuál es su mayor defecto, muchos suelen dar por respuesta, precisamente, que son perfeccionistas. Porque pudiera parece que es un defecto positivo y fundamental.
Pero lo peor de todo es que el perfeccionismo, produce consecuencias negativas al protagonista que se siente insatisfecho constantemente con su presente. En cierto modo, es el reflejo de una actitud infantil. Por otro lado, el perfeccionista se da tanto tiempo a sí mismo para corregir las cosas que se centra mucho más en el futuro que en el presente. Lo importante, es que cumplas los objetivos en el plazo de tiempo que te has marcado para poder avanzar en positivo.
Imagen: Dieciséis Novenos