Voy a correr un tupido velo sobre las
tonterias propuestas que se suelen decir realizar en estos tiempos, cosa que me viene a la cabeza cuando recuerdo haber oído a la presidenta de la Comunidad de Madrid meter el típico «reformas estructurales» en un encuentro de empresa familiar o algún «sarao» similar. Cuando alguien menciona reformas y no dice cuáles tiendo a sospechar y si encima lo sostiene quien ha eliminado impuestos, y capacidad de recaudación por tanto (eso es política fiscal), barrunto además que esas «reformas» consisten en flexibilidades y demás circunloquios para referirse a despidos y recorte de prestaciones (normal por otra parte si hay menos dinero).
Yo propongo una reforma estructural que no supone mayores inversiones: que la administración, incluyendo la de la capital, pague a 60 días. Eso sí mejoraría la liquidez y daría una inequívoca señal. Y a coste cero. Sin embargo, se plantean medidas de urgencia y temporales para parchear la situación. En este sentido hay que calificar la posibilidad que el ministro de Economía abre a que se puedan aplazar los pagos por las retenciones de IRPF, según sea el caso y demostrando no sólo dificultades de tesorería sino además capacidad para pagar el principal más los intereses.
Los años de bonanza no han servido para nada y ahora no queda más remedio que poner paños calientes aumentando además la confusión. Otra propuesta: que las retenciones de IRPF se fijen con criterios estables a partir de la última declaración de la renta realizada con revisión a los seis meses. Menos BOE y más seguridad en los criterios.
Nadie escuchará. Dá igual.