Las personas trabajan mejor cuando están en un buen momento anímico que cuando están tristes o apáticas. De hecho, es una realidad que los problemas personales graves, producen cierto efecto negativo en el desempeño profesional de un trabajador. ¿Por qué sucede esto? Sencillamente, porque el ser humano no es una máquina, es decir, porque tiene momentos positivos, debilidades y alegrías.
Por tanto, algo tan básico como el tiempo también influye en la ilusión emocional con la que una persona afronta su rutina laboral. Los meses de invierno en los que los días son muy cortos, las lluvias intensas y la falta de sol se nota, también potencia la apatía y la pereza. Evidentemente, dicha apatía debe compensarse con mucha fuerza de voluntad, con unos hábitos de vida saludables y con actividad.
Por otra parte, y en contraste, trabajar en verano también puede tener cierta dificultad, sencillamente, porque la época estival es sinónimo de relax y de calma. De este modo, la madurez de un trabajador implica tener un claro dominio de sí mismo a la hora de sacrificarse en beneficio de la empresa. Es decir, vale la pena pensar en positivo, especialmente, en tiempos de crisis en los que tal vez, tengas que trabajar por un sueldo bajo y con un mal horario.
Dicho malestar se compensa con mucha motivación interior, es decir, es esencial encontrar una razón a la función realizada. Saber que estás aportando tu talento a la propia empresa en la que trabajas. Por ello, en caso de que tengas que trabajar en Navidad intenta ir más allá del entorno para centrarte en el plano positivo de saber que tienes una oportunidad excelente a nivel profesional.
Imagen: Escoge bien tu camino