Sin que nos resulte sorpresivo, los medios audiovisuales viven una crisis que sólo se percibe fuera de las pantallas. Si bien en los noticieros el modelo del negocio televisivo es tan tradicional como exitoso (ahí está la Ley Sinde para demostrarlo), pero fuera de sus redacciones las cifras son elocuentes, y el negocio de la televisión y el vídeo ha sufrido un parón desde hace un par de años: sólo en el 2010 no alcanzó un crecimiento por encima del 4,8%.
Como cita un informe de Booz & Company, las mejores expectativas del fragmentado negocio televisivo y de la comercialización de contenidos audiovisuales es apostar por nuevas formas de difusión, nuevos contenidos acordes con los tiempos y la atención cuasi personalizada del nuevo televidente: un espectador que demanda más variedad, más posilidades de ver contenido diferido y una mayor especialización en aras de una mayor atención a sus gustos personales, sin olvidar una mayor y más cercana interactividad.
Para Booz & Company la apuesta de las televisoras debe apuntar a la digitalización y la generación de los nuevos servicios derivados de esta plataforma. Sin embargo, insiste, es necesario olvidarse de la gratuidad de cualquier tipo de servicio.
Fuente | Marketing Directo
