La Edad de Piedra no llegó a su fin porque se acabaran las piedras. Pude escuchar esta frase tan sugestiva el pasado sábado, más bien madrugada del domingo gracias en parte a cierto insomnio por culpa de Rodolfo Chikilicuatre, en La Noche Temática de La2 dedicada a la energía. Da cierta pena que un programa interesante y reflexivo esté aparcado a horas intempestivas pero es lo que hay.
Y no fue la única idea aprovechable que se desprendía del reportaje aunque al ser a esas horas y pillarme un poco por sorpresa no tomé notas adecuadamente. Saqué varias conclusiones, no obstante, ya que la secuencia lógica de razonamientos expuestos era muy buena. Europa, y también España, parece abocada a desarrollar las nuevas fuentes energéticas porque prácticamente no nos queda otra opción.
Me gustó particularmente un argumento en contra de la energía nuclear que hasta ahora no había oído: cotejando el coste de producción del uranio y su disponibilidad, ésta forma de generación eléctrica sólo añade 5 ó 10 años a la vigencia del petróleo. En efecto, se pueden abrir nuevas centrales, a este paso no quedará más remedio, pero no dejará de ser hambre para mañana.
Como, además, tanto los biocombustibles como las centrales hidroeléctricas necesitan un espacio y recursos naturales de los que no disponemos, debemos lanzarnos a desarrollar energía solar a todo trapo y lo que es igual de importante, cuanto antes.
Según el columnista del The New York Times Liebermann no será Arabia Saudí quien produzca la nueva revolución energética sino que será alguien en un garaje de California sin casi medios. Él lo daba por seguro, yo además espero que sea en un garaje español. ¿Por qué no?.