El último año el gasoil y la gasolina han subido sus precios un 23% y un 12% respectivamente según datos de la Unión Europea. La gasolina sin plomo 95 cerro marzo con un precio medio de 1,125 euros el litro mientras que el fasoleo A tuvo un precio medio de 1,128 euros el litro tras batir este mes varias veces el precio máximo histórico.
Actualmente una gran cantidad de usuarios han optado por adquirir vehículos diesel pensando en optimizarlos pues históricamente el gasóleo era considerablemente más barato que la gasolina. Se acabó, el gasoil bate todos los records. Tal vez tengan otras ventajas pero el precio del combustible ya no será una de ellas.
Una vez más se demuestra quien es el perjudicado, el pagano en esta economía en la que estamos. Tal y como están las cosas el petróleo es una materia prima que no detiene su escalada alcista ni siquiera en épocas de estabilidad política. La OPEP se esfuerza por controlar la producción y defender su tesoro y fuente de riqueza. El resto lo pone la carga impositiva que sufrimos a base de impuestos especiales sobre los hidrocarburos. Desde que el gasóleo comenzó a triunfar y a consumirse más el gobierno le aumentó los gravámenes, aumentando con ello su precio. Gran parte del precio que se paga son impuestos. Hacienda por tanto colabora y bien a esta situación inflacionista del gasóleo y la gasolina. Una política más social recaudaría menos y frenaria la escalada de precios
