Especuladores, cuatreros y abogados del diablo

cuatreros.jpgAhí están los iluminados que ahora se ponen a defender a esa especie en peligro de extinción llamada especuladores, pobrecillos ellos que necesitan ayuda por aquí y por allí gracias a los cuales además descubrimos, de nuevo, la vigencia de las teorías económicas del siglo XVIII y la bondad de la «mano invisible».

Resulta que un especulador no es alguien malo y taimado sino un altruista que se juega su pellejo, económico, para hacer posible que los mercados funcionen. Lo malo es que quienes afirman esto no ofrecen un mínimo de documentación o casos reales que apoyen su teoría. Frente al voluntarismo existen, ¡ay! que cruel es la realidad, pruebas de la más que discutible labor del especulador profesional y que tiene como consecuencia no que el mercado se ajuste en el tiempo y el espacio sino todo lo contrario como bien se ha visto con la evolución del precio del petróleo sin ir más lejos ni hablar de los alimentos que traen como secuela la muerte para millones de personas.

El problema respecto a la especulación es que cuando ésta se ejerce sin contar con otra cosa que millones de dólares en fondos (que precisan el máximo de rentabilidad) y un ordenador entonces se causan perjuicios difícilmente reparables.

También los cuatreros «reordenaban» el mercado ajustándolo en el tiempo y en el espacio: allí hay muchas reses, las pillamos y las vendemos más allá que andan necesitados u ofrecen muy buen precio. Cuestión de matiz.

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