Desde que se hizo pública una sentencia de la Audiencia Provincial de Navarra que permitía a una familia abonar el total de su adeudo hipotecario con la sola entrega de su casa, se ha abierto de nuevo el debate de si las hipotecas españolas son justas o no.
En contraste con el español, el sistema hipotecario norteamericano da por saldado el adeudo hipotecario con la entrega del inmueble, bajo una idea de compasión: al sistema judicial norteamericano no le parece que al dolor y la inceridumbre de perder e techo, se sume la persecución bancaria para recuperar hasta el último céntimo de la deuda.
En España, las cosas son distintas: el deudor moroso debe entregar su casa y además pagar el saldo que no se vea cubierto con su patrimonio y del de sus avales. Esta situación llega al extremo del embargo de sueldos y propiedades.
Con precios que las agencias inmobiliarias reconocen por encima del 30% del valor real de las casas, clausulas de suelo y techo hipotecarios que siempre juegan a favor de las financieras, un stock que rebasa las 900.000 viviendas sin vender y un crecimiento económico sin generación de empleo, ya va siendo hora de que las hipotecas tengas un rostro más humano en España. ¿O no?