A lo largo de una vida laboral, lo importante es que sientas que al echar la vista al pasado, has mejorado desde entonces, tienes nuevas competencias profesionales, capacidad para hacer las cosas de un mejor modo, menos miedos y más capacidad de controlar y gestionar las emociones de una forma correcta. Si a la hora de hacer una oposición, por ejemplo, los aspirantes no tuvieran conciencia de la rivalidad existente, tampoco se esforzarían tanto en prepararse los temas, estudiar e ir a una academia.
Los obstáculos están allí precisamente, porque gracias a ellos, nos esforzamos más, por tanto, aprendemos cosas que seguramente, no descubriríamos si todo fuese sencillo. La competitividad no muere una vez que ya has accedido a un trabajo. Al revés, el nivel de exigencia sigue siendo muy elevado cuando ya forma parte de la plantilla de una empresa. De hecho, los celos y las envidias suelen ser habituales cuando alguien es ascendido a un cargo más elevado que implica más responsabilidad.
Aprende a vivir el presente, con ilusión y con motivación. Además, también es bueno que te alegres de los éxitos de los demás igual que esperas que otros celebren tus premios. La competitividad te permite crecer. Por ello, anímate a participar en cursos de formación, estate informado sobre temas de actualidad, disfruta de la agenda cultural de tu ciudad, asiste a congresos y conferencias… En vez de creer que la competitividad surge únicamente en contacto con los demás, también tienes que aprender a ser competitivo contigo mismo.
Imagen: Nevada News Views