Ser estudiante universitario es un verdadero regalo cuando una persona descubre que tiene por delante de sí nuevas oportunidades no sólo a nivel de formación sino también, de relaciones sociales. En la universidad se pueden conocer nuevas personas y establecer nuevos contactos profesionales.
La mayoría de los estudiantes universitarios no se relajan en verano, es decir, durante los meses de julio y agosto aparcan los libros para dar paso a otro tipo de formacíón diferente. La de la experiencia ya que muchos de ellos buscan un trabajo de verano para poder cubrir en parte los gastos generados por la matrícula, el alquiler del piso y demás imprevistos.
Trabajar en verano enseña más de lo que parece a simple vista ya que los jóvenes se vuelven comprometidos, adquieren valor del esfuerzo, de la responsabilidad y del trabajo bien hecho. Los primeros trabajos son muy sencillos ya que muchos de ellos ni siquiera tienen que ver con la formación de los estudiantes. Algunos chicos trabajan como camareros en algún bar o trabajan de operarios en una fábrica. Las chicas por el contrario, pueden colocarse como dependientas en una tienda de ropa o cuidar niños.
Por supuesto, lo más interesante es poder realizar prácticas dentro del ámbito de formación más directo.
Imagen: Formación Profesionales