Posiblemente el BCE se ha convertido en un instrumento excesivamente especializado y sólo sabe luchar contra la inflación. Puede ser que por ello esté retrasando decisiones que esperan los mercados y hasta los reguladores locales, como el Banco de España. Quizá así se explique que no haya recortado tipos aún pese a reconocer que las cifras básicas en torno a los precios podrían justificar incluso una subida del precio del dinero.
No cuesta prever que el Banco Central esté esperando una «buena noticia» antes de proceder a lo inevitable y ésta podría ser la inminente recesión en Estados Unidos ya que allí sí hay riesgo real a corto plazo de que se produzca.
Puesto que uno de los componentes más inflacionistas depende del precio petrolífero sobre cuya demanda la primera potencia mundial tiene mucho que decir, cuando el mandato de Bush culmine con un crecimiento negativo (se lo ha buscado con ganas desde luego) las tensiones sobre el oro negro bajarán y quizá se abarate lo bastante como para sosegar la inflación.
Sólo es una idea, una intuición.