Personalmente me cansa la hiperpresencia de Ferrán Adriá en los medios, en las iniciativas empresariales de diverso calado y la multiplicación de los panes y los peces que propicia con su sola presencia. Sin embargo, admiro sus propuestas innovadoras, imaginativas y valientes junto al éxito de la pequeña revolución que inició con la «deconstrucción» en su restaurante El Bulli aunque sea a base de becarios mal remunerados.
Leo en Loogic que la penúltima idea de Adriá, llamada Cal Cedoni y consistente en que los aficionados al vino tengan su propia viña (tamaño de andar por casa) consiguiendo unas 42 botellas de caldo l año. Esta iniciativa empresarial ha obtenido el premio como mejor idea empresarial de la revista Actualidad Económica, resultado que no me extraña pese a que se pueden mencionar 500 propuestas similares o mejores pero entiendo que para esta revista supone una buena autopromoción que el afamado cocinero acuda a recoger la estatuilla de turno.
Conocí hace tiempo este proyecto y me pareció interesante aunque tuviera cierto tufillo a inversión alternativa en bienes raíces de futuro sospechoso, como también comentan en Loogic, y considero muy acertado que el negocio gire hacia un hobby, una pasión, una etiqueta social más que a una inversión convencional.
Saco además la conclusión de que se pueden realizar actividades lucrativas alrededor de sectores que apasionan a las personas, es decir, que a partir de un simple hobby o una afición de un grupo más o menos grande se puede montar una iniciativa empresarial rentable. Y aparte del vino hay muchas cosas que interesan a la gente.