Continúan los nervios en el comportamiento de los mercados respecto de la rentabilidad de la deuda española y de algún otro país vecino y socio. La voracidad por la obtención de beneficios y ganancias es insaciable, estos entes erráticos no tienes miramientos, ellos quieren su rentabilidad en el momento que corresponde y punto, no les preocupa la debilidad de la economía o el ingente esfuerzo económico que está realizando.
Como si de un Santos Trinidad se tratara, el ejecutivo español pone en práctica diversas y variadas medidas de política económica con efectos recaudatorios a corto plazo. En concreto, comentamos la reciente medida de arbitrar una ley de amnistía fiscal, destinada a reblandecer el corazón de los empresarios que practican la evasión fiscal en sus empresas hacia paraísos fiscales donde el ocultismo está bien pagado.
En el marco de un amplio espectro de medidas con fines claramente de recabar fondos ocultos o sumergidos el gobierno propone una penalización del 8-10% para todos aquellos que decidan acabar con la evasión fiscal de sus beneficios, así mismo se organiza otro frente , este más parecido a estrategias del personaje de la magnifica película de Enrique Urbizu, “No habrá paz para los malvados”, donde nos sorprende un José Coronado interpretando a un policía con un olfato privilegiado para detectar fraude y perversión, Santos Trinidad.
No solamente se espera respuesta de los fondos invertidos en Suiza, Liechestein o las islas paradisíacas, también se prevé peinar a fondo los polígonos industriales, áreas industriales donde se encuentran instaladas las fabricas, las pocas empresas que conforman el castigado sector manufacturero. Allí es donde intentarán levantar el mayor número de empleo sumergido, el objetivo es aflorar el máximo volumen de economía sumergida, como la denominan nuestros vecinos los italianos, auténticos especialistas en modelos basados en economía informal. La idea es entrar a saco, mediante la intervención de los Inspectores de Trabajo, solicitando la documentación que verifique la legalidad de los trabajadores, alta en la seguridad social y, sobre todo, que nadie se encuentre percibiendo el subsidio de desempleo y esté ocupando un puesto de trabajo. Estos ya es más grave. Desde aquí enlazaríamos con la competitividad de las empresas españolas, sobre todo las manufactureras que actualmente padecen una situación de recesión y de subconsumo. Este asunto ligaría también con la inversión en I+D+i y las expectativas de los mercados emergentes para con los bienes españoles.