A muchos jefes y empresarios les cuesta bajarse del burro y reconocer que es mejor primar la eficacia, y más allá incluso la eficiencia, que sujetar a sus trabajadores al horario laboral. Claro que depende de los casos puesto que hay labores que requieren la presencia del empleado aunque no esté produciendo pero la búsqueda de medidas que incentiven la motivación y con ella la eficacia siempre son posibles y deseables.
Si esta situación es complicada, vencer prejuicios siempre lo es, más difícil puede llegar a ser que nuestro jefe flexibilice sus exigencias para conciliar la vida laboral y la familiar o simplemente personal. Y, sin embargo, los estudios y la intuición caminan juntos para dar razones a quienes abogan por superar el concepto de jornada como premisa para cobrar el sueldo.
Quizá sobre la base de que la mejor medida para fidelizar a un trabajador no es tanto el salario como la motivación pueda llegar a avanzarse en este sentido. Pero costará y más teniendo en cuenta que a muchos de nosotros nos da apuro irnos de la oficina antes de tiempo. Por el qué dirán, ya se sabe.