Es posible que sólo se trate de una moda aunque tampoco sabría identificar quién fue el primero en sacar a la luz los servicios «low cost» o de bajo coste. Puede que fueran las compañías aéreas o las de seguros pero cada vez más se ven las posibilidades de ofrecer un producto concreto a precio reducido. Ahí están no sólo los sectores mencionados sino también los bancos on-line y las tiendas virtuales cuyas funcionalidades son muy similares: ofrecer algo barato a base de reducir estructura y gastos propios, un número de teléfono en lugar de una oficina física es el ejemplo más palpable.
Esta tendencia, quizá inevitable pese a la falta de seguridad en el cumplimiento de lo prometido, llegó también a actividades que en principio podían tener más problemas para implementarlo, como los servicios jurídicos (legalitas es el caso más famoso o publicitado) que complementa de algún modo lo que comentábamos sobre deslocalización de servicios.
Otro tema para el debate es lo que se esconde detrás de tanto ahorro y me viene a la cabeza el subempleo al que estarán sometidos los profesionales o trabajadores que hacen la labor entre bastidores. Por no hablar de los timos o faltas injustificadas en las tareas prometidas o contratadas y que son de muy difícil reclamación.
Sin embargo, creo que es muy positivo y que acabarán proliferando debido en gran medida al auge y necesidad en el uso de internet y se me ocurre, profundizando aún más, que no estaría mal que se ofrecieran en determinados casos servicios, tareas o productos muy concretos pagados mediante métodos pre-pago en función, quizá, de los resultados. Por ejemplo, un recurso a una multa de tráfico o elaborar y enviar un trámite administrativo más o menos complejo.
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