Después de la espantada de Rodrigo Rato que dimite antes de tiempo de la dirección del FMI, su sucesor será a partir del próximo 30 de Octubre el francés Dominique Strauss-Kahn consolidando la tradición de que un europeo occidental sea el máximo responsable de este organismo.
Se pone fin a la marejada que se había desatado una vez que algunas potencias económicas emergentes, Rusia, India y Brasil principalmente, habían propuesto quebrar el orden establecido hasta ahora. Recordemos que según el reparto establecido hasta ahora el Banco Mundial es presidido por un estadounidense, el Fondo Monetario Internacional por un europeo mientras la Secretaría General de la ONU queda en manos de africanos, asiáticos o latinoamericanos.
Sin embargo, el orden económico mundial está empezando a cambiar fruto de la pujanza no sólo de los países mencionados sino también de otros que también deben opinar aunque no formen parte del organigrama de una institución que se está quedando al menos obsoleta. Ya no corren tiempos de imponer visiones atlánticocentristas sino más bien mundiales con especificidades regionales a la vez. Por no hablar del desapego de muchas naciones poco desarrolladas que difícilmente asumen las recetas pre-establecidas o lo hacen a regañadientes por necesidad o por estar en manos de élites corruptas.
Además y mirando hacia adentro, la dimisión de Rato le ha costado a España perder buena parte de su prestigio y un puesto de representación a nivel internacional que es muy difícil de conseguir. Entiendo sus razones personales para hacerlo, si es que existen, pero también hay que decir que obtendrá una pensión vitalicia nada despreciable.
Como dice el refrán «te hacen obispo y encima lloras».