Avisemos primero sobre la naturaleza de este artículo aclarando que quizá sea un poco «tocho» economicista aunque tampoco demasiado, que nadie se me asuste que estamos en verano.
Se está propagando con razón la idea de que el impacto de la alta demanda de materias primas para la elaboración de biocombustibles va a traer como consecuencia un alza generalizada de los productos de primera necesidad, en concreto, leche, pan y huevos. Hay un boom de demanda y ello trae como consecuencia incrementos desorbitados de los precios. Esta situación me recuerda un poco a lo ocurrido con el aceite de oliva hace un par de décadas, cuando este bien pasó de estar en segunda fila en el consumo a ser muy apreciado. Entonces, los productos e intermediarios almacenaron la producción esperando mayores beneficios y ello incrementó el coste de compra en un 300% (escribo de memoria).
Asimismo, grandes países como India o China necesitan cada vez más productos para abastecer a su población con lo que el recurso a la importación para tirar hacia abajo de los costes es cada vez más difícil.
¿Puede existir una crisis alimentaria?, es poco probable dado que tarde o temprano las industrias de producción de biocombustibles habrán llenado sus cupos o simplemente no obtendrán rentabilidad a partir de cierto nivel de costes. Aunque no nos engañemos, mientras tanto la cesta de la compra seguirá siendo más cara dándose la circunstancia, además, de ser inflexible a la baja, es decir, que luego los precios no bajarán.
Asistimos, de nuevo, a dos fenómenos que se se entrelazan. Por un lado, que las situaciones se propagan ya a escala planetaria en cualquier sector, tanto la agricultura como las crisis bursátiles. Y, por otro, que los mercados no responden adecuadamente a ciertas distorsiones por una causa fundamental y es que, a veces, no están lo bastante organizados como para hacerlo.
Y una reflexión final en torno al calentamiento global y algunas de las respuestas que se están ofreciendo desde lo público y lo privado. En estos momentos es bueno que se introduzcan alternativas como ésta de los combustibles «limpios» pero la fabricación de éstos debiera realizarse como respuesta no sólo climática sino también a los excedentes, lo que sobra en definitiva, y no creando nuevos problemas donde ya había más que suficientes.
Vía: negóciame.