De coworking a oficina fija: señales que indican el momento de cambio

El ambiente de coworking, con sus ventajas iniciales de flexibilidad, coste reducido y sentido de comunidad, puede comenzar a sentirse insuficiente para empresas en crecimiento. Este cambio de percepción suele manifestarse a través de señales claras como el aumento del ruido, la disminución de la privacidad, y la dificultad para gestionar reuniones y tareas sin interrupciones, lo que eventualmente impacta la productividad. Expertos en el sector coinciden en que estas sensaciones suelen aparecer conforme el negocio madura y sus necesidades espaciales evolucionan, sugiriendo a los emprendedores la consideración de trasladarse a una oficina propia.

Un indicador significativo de que ha llegado el momento de hacer el cambio es el crecimiento del equipo de trabajo. La contratación de nuevo personal y la expansión del equipo más allá de lo que un espacio de coworking puede acomodar eficientemente señala que el modelo de coworking podría haberse quedado pequeño para las necesidades actuales de la empresa. Además, el costo por persona en un espacio compartido puede comenzar a parecer desproporcionado en comparación con los beneficios de tener una oficina propia, donde se puede amortizar mejor el espacio.

Antes de tomar la decisión de mudarse a un espacio propio, es crucial evaluar varios factores como el coste frente a los beneficios, la necesidad de un espacio que refleje la identidad de la marca, y las expectativas de crecimiento del equipo. La oficina propia no solo ofrece la oportunidad de personalizar y organizar el espacio según las necesidades específicas del negocio, sino que también implica un mayor grado de independencia y responsabilidad. Considerar los riesgos financieros y los compromisos a largo plazo es igualmente importante.

Finalmente, la transición a una oficina propia representa un paso significativo en la evolución de cualquier empresa, marcando la transición a un entorno que mejor refleja sus ambiciones, cultura y necesidades futuras. Esto no solo implica un cambio físico, sino también un registro más formal de compromisos como arrendamientos, fianzas, y mantenimientos, lo que requiere una planificación cuidadosa y una consideración detallada de los costes involucrados.

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