En 1993 los territorios forales vascos pusieron en marcha lo que se denominó como «vacaciones fiscales» al consistir en la exención del impuesto de sociedades durante 10 años a las empresas de nueva creación radicadas en dichas provincias. Programa que continuó en 1996 aunque atenuado y consistente en una reducción progresiva del impuesto. A pesar de ser un «caso de libro» contrario a la legislación comunitaria por suponer ayudas estatales encubiertas, el conflicto ha durado hasta ahora puesto que tanto las autoridades fiscales vascas como las estatales se han saltado a la torera las advertencias de la Comisión y el Tribunal de Justicia en el sentido de devolver los importes indebidamente subvencionados hasta que han llegado las amenazas de multas importantes, porque al final la «letra con sangre entra».
Sin embargo, aquellas vacaciones fiscales surtieron sus efectos, qué duda cabe, aunque ahora la cuestión está en que cerca de 300 empresas deben restituir los saldos por un valor de 1.800 millones.
Pero vamos un poco más allá, ¿quiénes fueron los damnificados?. Políticamente deberían serlo aquellos que tuvieron tan luminosa idea, no descartemos que ya se lo temieran seriamente en su momento pero el tiempo todo lo borra. Económicamente, las empresas que a su vez se beneficiaron de estos incentivos y que ahora, más de 10 años después, tienen que volver a rehacer sus declaraciones. En cuanto a imagen también sale perjudicada la propia España ya que se configura como un territorio semi-salvaje donde la multiplicidad de administraciones invita a tomar medidas de este calibre y sobre la que hay que poner el ojo vigilante que evite desmanes.
Pero hay más perjudicados y es que ante la apetitosa oferta de no pagar impuestos muchos empresarios optaron por «deslocalizar» sus nuevas entidades en territorio vasco afectando a las Comunidades limítrofes y cuyos daños podrían fácilmente cuantificarse.
Me temo que no va a ser así pero no sólo deberían devolverse los euros sino que además quizá debería indemnizarse a los perjudicados empezando por quienes no pudieron crecer en inversiones porque unos kilómetros más allá había «vacaciones impositivas». Pero bueno, es lo que hay.