Los mercados europeos se han quedado fríos ante la aprente inflexibilidad del BCE respecto a no bajar los tipos de interés pese a que la Reserva Federal sí se ha movido en este sentido.
Esta postura demuestra que la prioridad del BCE sigue siendo controlar la inflación, indicador que en Estados Unidos se sitúa en el 2,2% con visos de recesión, y no tanto remediar una posible crisis que aún no ha llegado. Se blinda además el regulador monetario ante tentaciones de volver a abaratar el dinero. Control y mesura.
Puede que los buenos tiempos se acaben pronto y que llegue una recesión aunque las peores previsiones hablan de menor crecimiento y no de que éste se convierta en negativo. Lo cierto es que estamos en un momento de turbulencias y no hay nada mejor que una base firme para que los problemas pasen cuanto antes. Y en esto parecen estar.
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